A lo largo de la Historia el campanario representaba el símbolo de unión entre Dios y los hombres y, a su vez, un símbolo del poder de la Iglesia, ya que resultaba visible desde cualquier lugar.
A principios del siglo XIX, los monumentales Diccionarios Geográficos Estadísticos Históricos de España y Portugal del doctor D. Sebastián Miñano, y, de D. Pascual Madoz en su descripción de la localidad citaban que “desde la torre de la iglesia se contaban más de 23 pueblos”.
Recuerdan los que la conocieron especialmente el tañido de las cuatro campanas de la vieja Torre; dos campanas y dos campanones.
El coro sobre las vigas de madera y la llamada “carbonera” que hacía las veces de trastero, aquél viejo murete donde jugaban al frontón los jóvenes la peseta o los céntimos del cántaro de vino.
La pequeña campana de la Capilla de Santa Ana es el único vestigio de aquéllas que fuerón… y que, para sufragar el gasto que representaba la construcción de una nueva Capilla, fueron vendidas por piezas de las que Raimundo conserva una pequeña con gran nostalgia.